La teoría de ella, la gran teoría de su vida, la que la mantiene en
vigor es que la felicidad, la verdadera felicidad, es un estado mucho
menos angélico y hasta bastante menos agradable de lo que uno tiende
siempre a soñar. Ella dice que la gente acaba por lo general sintiéndose
desgraciada, nada más que por haber creído que la felicidad era una
permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de
festival perpetuo. No, dice ella, la felicidad es bastante menos (o
quizá bastante más, pero de todos modos otra cosa) y es seguro que
muchos de esos presuntos desgraciados son en realidad felices, pero no
se dan cuenta, no lo admiten, porque ellos creen que están muy lejos del
máximo bienestar.
La tregua (Mario Benedetti)