lunes, 4 de julio de 2011

Cuándo seas grande

Navidad de 1984: Me regalan (o nos, el regalo también era para mi hermano) un juego de mesa, Star Wars, si mal no recuerdo, un tablero, varias  tarjetas pequeñas con su base, y otras cosas más, que se hayan en el desorden de mi memoria. En los siguientes días, no se cuántas veces habremos jugado, pero al final, mis padres deciden guardarlo, pues somos muy pequeños ( mi hermano tenía 7, y yo, 5) y podemos destrozarlo.

Día alguno de 1987, o tal vez 1988: Mis padres "piensan" que ya hemos crecido, y nos dan, de nuevo, el juego. Fue como si nos lo hubieran regalado otra vez, la emoción de volver a abrir la caja, de ver las piezas, emoción que dura unos minutos, para luego, comenzar a jugar.

No estoy seguro, pero dudo que el juguete nos haya durado más de dos meses, luego de esa fecha se perdieron las piezas, otras se habrán roto, no lo recuerdo.

Y me pongo a pensar, ¿Realmente había crecido? ¿Era el hecho de saber conservar el juego una manera de medir mi crecimiento? Aún ahora, ¿Sería capaz de conservarlo?

Más pienso, que un juguete está para eso, para pasar el momento presente, para usarlo, imaginar, romperlo y no pensar si eres grande o no, tan como dice Woody en Toy Story 2: Será divertido mientras dure.

El cuidado nos hace olvidar el jugar.

No se cuiden.