viernes, 27 de junio de 2014

"Existencia"

Él sólo quería amar; al menos no pedía nada. Nada concreto. La vida, pensaba Michel, tenía que ser algo sencillo; algo que pudiera vivirse como un conjunto de pequeños ritos, indefinidamente repetidos. Ritos al fin y al cabo un poco estúpidos, pero en los que, en el fondo, se pudiera creer. Una vida sin apuestas y sin dramas. Pero la vida de los hombres no estaba organizada así. A veces salía, observaba a los adolescentes y los edificios. Una cosa era segura: nadie sabía ya cómo vivir. Bueno, estaba exagerando: algunos parecían movilizados, como si los arrastrara una causa; su vida parecía cargada de sentido. Los militantes de "Act Up", por ejemplo, creían importante que pusieran anuncios en la tele que otros consideraban pornográficos, en los que se veían diversas prácticas homosexuales filmadas en primer plano. Por lo general, su vida parecía agradable y activa, salpicada de acontecimientos variados. Tenían muchos amantes, se daban por culo en los "backrooms". A veces los preservativos resbalaban o se rompían. Entonces se morían de sida; pero también esa muerte tenía un sentido militante y digno. por otra parte, la televisión, sobre todo el primer canal, daba una lección permanente de dignidad. De adolescente, Michel creía que el sufrimiento otorgaba al hombre una dignidad adicional. Ahora tenía que reconocer que estaba equivocado. Lo que otorgaba al hombre una dignidad adicional era la televisión.


Las partículas elementales (Michel Houellebecq)

miércoles, 1 de febrero de 2012

Felicidad

La teoría de ella, la gran teoría de su vida, la que la mantiene en vigor es que la felicidad, la verdadera felicidad, es un estado mucho menos angélico y hasta bastante menos agradable de lo que uno tiende siempre a soñar. Ella dice que la gente acaba por lo general sintiéndose desgraciada, nada más que por haber creído que la felicidad era una permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de festival perpetuo. No, dice ella, la felicidad es bastante menos (o quizá bastante más, pero de todos modos otra cosa) y es seguro que muchos de esos presuntos desgraciados son en realidad felices, pero no se dan cuenta, no lo admiten, porque ellos creen que están muy lejos del máximo bienestar.

La tregua (Mario Benedetti)

sábado, 17 de septiembre de 2011


... y me acordé de aquel viejo chiste, ya saben, el del tipo que va a ver al psiquiatra y le dice: “Doctor, mi hermano se ha vuelto loco. Se cree que es una gallina”. Y el médico le contesta: “Bueno, ¿y por qué no hace que lo encierren?”. Y el tipo le replica: “Lo haría, pero es que necesito los huevos”. En fin, creo que eso expresa muy bien lo que siento acerca de las relaciones entre las personas. ¿Saben? Son completamente irracionales, disparatadas, absurdas y…, pero, ah, creo que las seguimos manteniendo porque, ah, la mayor parte de nosotros necesitamos los huevos.

Annie Hall (1977).
Woody Allen 

lunes, 4 de julio de 2011

Cuándo seas grande

Navidad de 1984: Me regalan (o nos, el regalo también era para mi hermano) un juego de mesa, Star Wars, si mal no recuerdo, un tablero, varias  tarjetas pequeñas con su base, y otras cosas más, que se hayan en el desorden de mi memoria. En los siguientes días, no se cuántas veces habremos jugado, pero al final, mis padres deciden guardarlo, pues somos muy pequeños ( mi hermano tenía 7, y yo, 5) y podemos destrozarlo.

Día alguno de 1987, o tal vez 1988: Mis padres "piensan" que ya hemos crecido, y nos dan, de nuevo, el juego. Fue como si nos lo hubieran regalado otra vez, la emoción de volver a abrir la caja, de ver las piezas, emoción que dura unos minutos, para luego, comenzar a jugar.

No estoy seguro, pero dudo que el juguete nos haya durado más de dos meses, luego de esa fecha se perdieron las piezas, otras se habrán roto, no lo recuerdo.

Y me pongo a pensar, ¿Realmente había crecido? ¿Era el hecho de saber conservar el juego una manera de medir mi crecimiento? Aún ahora, ¿Sería capaz de conservarlo?

Más pienso, que un juguete está para eso, para pasar el momento presente, para usarlo, imaginar, romperlo y no pensar si eres grande o no, tan como dice Woody en Toy Story 2: Será divertido mientras dure.

El cuidado nos hace olvidar el jugar.

No se cuiden.

domingo, 8 de mayo de 2011

Ni la menor idea

Año 1995. Cuarto de Secundaria. Fecha cercana al "Día del Maestro". Eligen al que "casi siempre sale" para representar al salón con alguna "muestra artística". Se elige una muy obvia, "A cocachos aprendí", para aprenderla en 2 o 3 días. Sin embargo, estaba cansado de eso, o por lo menos, en ese momento, pero como en la mayoría de las veces, no fui capaz de negarme ante tanta insistencia (¿vanidad, bondad?), pero realmente no tenía la menor gana.

El día de la presentación, en el salón en el que aguardaba, junto a otros, el momento para salir, me sugieren variar una parte del texto: en vez de "nos sentábamos de a tres", dí "nos sentábamos de a diez"; yo sonrío cortésmente, no tengo ni ganas para bromear, solo quiero salir, decir la décima, recibir aplausos, y se acabó.

Hora de salir, frente al público, inicio "A cocachos aprendí... y por ser tan mataperro, a cocachos aprendí".

Quiero continuar, pero no aparece en mi cabeza la siguiente parte de la décima, me quedo callado, el público se extraña, el animador (¿quién era?), me mira sonriente, dice algo como "suele pasar, mejor comienzas de nuevo", entonces lo hago, y me vuelvo a trabar, mi mente es un enredo, aparecen otras partes, pero no la que sigue, mandan entonces, en mi ayuda, a chicos de otros salones que también conocen la décima, pero es en vano, no estoy seguro ni de como termino, pero el público aplaude.

Salgo fastidiado y con rubor.

Año 1998. Mi sobrino Pier cursa segundo de primaria, mi hermana es parte del comité de aula, y estamos cerca de la celebración del "Día del Maestro", escogen a un grupo de niños para que digan la décima (no recuerdo si entre ellos estaba mi sobrino), pero de una u otra forma (¿sin querer queriendo?), me hago cargo de prepararlos para la presentación.

Al ser 5  (o 6 niños, no recuerdo), divido la décima de manera que se la puedan aprender de memoria, es interesante la manera en que se desenvuelven, cuando comparto con ellos, no parecen niños de segundo grado, o por lo menos no tienen la imagen que recuerdo de mis compañeros en ese entonces, y hasta me parece que se expresan mejor, que tiene excelente dicción.

El día de la presentación, salgo con ellos, y cuando ellos se presentan, es extraño, pero siento que dicen la décima como niños, como la imagen que tenía, y no como me sonaba cuando lo habíamos ensayado. No se olvidan nada, pero su dicción, me sorprendió.

Los aplauden, salimos del patio y los felicito.

Allí termina todo.

Conscientemente, aún no entiendo las ganas de escribir esos recuerdos aquí.

martes, 12 de abril de 2011

--Pues bien. En el mundo están los cretinos, los imbéciles, los estúpidos y los locos.
--¿Falta algo?
--Sí. Nosotros dos, por ejemplo. O, al menos, no es por ofender, yo.
En suma todo el mundo, si se mira bien, participa de alguna de esas categorías.
Cada uno de nosotros de vez en cuando es un cretino, un imbécil, un estúpido o un loco. Digamos que la persona normal es la que combina razonablemente todos esos componentes o tipos ideales.
(…)
--¿Cómo es el genio, Einstein, por ejemplo?
--El genio es el que pone en juego uno de esos componentes de manera vertiginosa, alimentándolo con los demás.
(…)
Veamos. El cretino ni siquiera habla, babea, es espástico. Se aplasta el helado contra la frente, no puede ni coordinar los movimientos. Entra en la puerta giratoria por el lado opuesto.
--¿Cómo es posible?
--El lo consigue. Por eso es un cretino. No nos interesa, se le reconoce en seguida  (…)
Ser imbécil ya es más complicado. Es un comportamiento social. El imbécil es el que habla siempre fuera del vaso.
--¿A qué se refiere?
--Así --apunto el índice hacia su vaso y lo clavó en la barra--. Quiere hablar de lo que hay en el vaso, pero, esto por aquí, esto por allá, habla fuera. O si prefiere, es el que siempre mete la pata, el que le pregunta cómo está su bella esposa al individuo que acaba de ser abandonado por la mujer. ¿Me explico?
--Se explica, conozco a algunos.
--El imbécil está muy solicitado, sobre todo en las reuniones mundanas. Incomoda a todos, pero les proporciona temas de conversación. En su versión positiva llega a ser diplomático. Habla fuera del vaso cuando otros han metido la pata, consigue cambiar de tema. (…) El imbécil no dice que el gato ladra, habla del gato cuando los demás hablan del perro. Confunde las reglas de conversación, y cuando las confunde bien es sublime.
(…)
--¿Y el estúpido?
--Ah. El estúpido no se equivoca de comportamiento. Se equivoca de razonamiento. Es el que dice que todos los perros son animales domésticos y todos los perros ladran, pero que también los gatos son animales domésticos y por tanto ladran. (…).
--Y lo son.
--Si, pero de pura casualidad. El estúpido incluso puede decir algo correcto, pero por razones equivocadas.
--Se pueden decir cosas equivocadas, con tal de que las razones sean correctas.
--Vive Dios. ¿Si no por qué tomarse tanto trabajo para ser animales racionales?
--Todos los grandes monos antropomorfos descienden de formas de vida inferiores, los hombres descienden de formas de vida inferiores, por tanto todos los hombres son grandes monos antropomorfos.
--No está mal. Ya estamos en el umbral en el que sospechamos que algo no funciona, pero es necesario un esfuerzo para demostrar qué es lo que no cuadra y por qué. El estúpido es muy insidioso. Al imbécil se le reconoce en seguida (y al cretino ni qué decir), mientras que el estúpido razona casi como uno, sólo que con una desviación infinitesimal. Es un maestro del paralogismo. No hay salvación para el redactor editorial, debería emplear una eternidad. Se publican muchos libros escritos por estúpidos, porque a primera vista son muy convincentes. El redactor editorial no está obligado a reconocer al estúpido. No lo hace la academia de ciencias, ¿por qué tendría que hacerlo él?
--Tampoco lo hace la filosofía. El argumento ontológico de San Anselmo es estúpido. Dios tiene que existir porque puedo pensarlo como el ser dotado de todas las perfecciones, incluida la existencia. Confunde la existencia en el pensamiento con la existencia en la realidad.
--Si, pero también es estúpida la refutación de Gaunilo. Puedo pensar en una isla en el mar aunque esa isla no exista. Confunde el pensamiento de lo contingente con el pensamiento de lo necesario.
--Una batalla entre estúpidos.
--Claro, y Dios se divierte como un loco. Decidió ser impensable sólo para demostrar que Anselmo y Gaunilo eran estúpidos. Qué motivo más sublime para la creación, qué me digo, para el acto mismo en virtud del cual Dios determina su propio ser. Todo para poder denunciar la estupidez cósmica.
--Estamos rodeados de estúpidos.
--No hay salida. Todos son estúpidos, salvo usted y yo. Mejor dicho, no es por ofender, salvo usted.
--Algo me dice que esto tiene que ver con el teorema de Godel.
--No sé nada, soy un cretino.
(…)
El cretense Epiménides dice que todos los cretenses son mentirosos. Si lo dice él que es cretense y conoce bien a los cretenses, es cierto.
--Eso es estúpido.
--San Pablo. Epístola a Tito. Ahora esta otra: todos los que piensan que Epiménides es mentiroso tienen que creer a los cretenses, pero los cretenses no creen a los cretenses, por tanto ningún cretense piensa que Epiménides es mentiroso.
--¿Eso es estúpido o no?
--Decídalo usted mismo. Ya le he dicho que no es fácil reconocer al estúpido. Un estúpido puede llegar incluso a ganar el premio Nobel.
--Déjeme pensar... Algunos de los que no creen que Dios haya creado el mundo en siete días no son fundamentalistas, pero algunos fundamentalistas creen que Dios ha creado el mundo en siete días, por tanto nadie que no crea que Dios haya creado el mundo en siete días es fundamentalista. ¿Es o no estúpido?
--Dios mío; realmente hay que decirlo... no sé, ¿a usted qué le parece?
--Siempre es estúpido, aunque pueda resultar cierto. Viola una de las leyes del silogismo. De dos premisas particulares no pueden extraerse conclusiones universales.
--¿Y si el estúpido fuese usted?
--Estaría en buena y muy antigua compañía.
--Pues sí, la estupidez nos rodea. Y quizá para un sistema lógico diferente nuestra estupidez sea sabiduría. Toda la historia de la lógica es un intento por definir una noción aceptable de estupidez. Demasiado ambicioso. Todo gran pensador es el estúpido de otro.
--El pensamiento como forma coherente de estupidez.
--No. La estupidez de un pensamiento es la incoherencia de otro pensamiento.
--Profundo.
 (…)
--. Al loco se le reconoce en seguida. Es un estúpido que no conoce los subterfugios. El estúpido trata de demostrar su tesis, tiene una lógica, cojeante, pero lógica es. En cambio, el loco no se preocupa por tener una lógica, avanza por cortocircuitos. Para él, todo demuestra todo.
El loco tiene una idea fija, y todo lo que encuentra le sirve para confirmarla. Al loco se le reconoce porque se salta a la torera la obligación de probar lo que se dice; porque siempre está dispuesto a recibir revelaciones.
Y le parecerá extraño, tarde o temprano el loco saca a relucir a los templarios.

El péndulo de Foucault (Umberto Eco)

martes, 22 de febrero de 2011

Tiempo que corta o tempus

¿Qué es el tiempo?

¿Es el pasado, el presente o el futuro?
¿Cómo podemos hablar del tiempo y tratar de definirlo?

Dice poéticamente, Borges:

"El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego"


Agustín, no sé si críptico o inseguro, dice:


"Si alguien me lo pregunta, sé lo que es. Pero si deseo explicarlo, no puedo hacerlo".


Más, como muchas percepciones de esta realidad son herencias de nuestro idioma.. 


Por ejemplo, en la lengua navajo no tienen tiempo verbales, sino dos categorías: los neutros y los activos.


Los neutros informan un estado del ser, una condición de algún objeto o alguna situación.  Por ejemplo, son utilizados para calificar una ausencia de movimiento o acción: "estar de pie", "estar sentado" o "en descanso", En cambio, los activos informan sobre movimiento y actividades.


Como algún navajo dijo:



"En lengua navajo no hay una palabra que tenga el significado occidental de "historia". Nuestras historias no tienen tiempo o fecha específica. Son procesos indeterminados. Son contados una y otra vez."


¿Todo este rollo por qué?

Por cuestionarme, por recordar y por descubrir.

Recordar no es volver a vivir, sino ser más consciente de la muerte.

Hoy encontré de nuevo a los griegos, con esa capacidad de palabra tan impresionante, y también basada en su realidad.

Hoy encontré a Kronos, Aión y Kairós

Para terminar mi desvarío:


Los samskaras son similares
a la ciudad de los gandharvas,
a una ilusión mágica, a un espejismo,
a una burbuja, a la espuma del agua,
son semejantes a un sueño,
al círculo de luz producido por una antorcha